lunes, 21 de diciembre de 2009

“DE LA INFLUENZA Y OTROS DEMONIOS"

Es difícil señalar el cúmulo de cambios que suelen germinar, cuando una situación de carácter critico-global alcanza el segmento de hemisferio en el que te desenvuelves. Aquel fenómeno que consideré distante llego en forma de pandemia a mi nación y pronto note desde la cúpula informativa y política (me parece imposible distanciar ambos poderes), el caos social que potenciaba gestarse; imagine cuarentena, carestía, sufrimiento, muerte, engaño, paranoia, impotencia…
Después de un tiempo, estoy en este lugar, extraño rincón de mi pensamiento y mi corpus. La paranoia se ha ido, permanece el miedo; el caos parece lejano como siempre, sin embargo pesa como un montón de piedras; el intento por descubrir la “verdad” a través de medios seculares ya no provoca hambre; el gentío comenta poco al margen astuto de la televisión enchufada. Quiero decir que nos hemos vuelto a acoplar. Los mexicanos hemos demostrado ser tan plásticos como el resto del globo, y los cambios en nuestra vida pública y familiar son variados, pero no por ello novedosos o atrayentes.

A pesar de ello, mi “yo” asfixia el suceso de la rutina; tiene desasosiego pues fue engañado, mas que por la mentira misma (¿acaso habrá alguien que no adultere?), por la forma en que han (“ellos” los de siempre, sin nombre) subestimado mi inteligencia, por el descaro con que se apropian de mi tranquilidad, por la empatía estúpida que pretenden y pretendo.
Si algo cambió, fue mi concepción del conglomerado humano, la conmoción de libertad que es innata ¡¡no pretendo limosnas!! , la sensación de estar cada vez mas cerca de vender mi silencio.

Pero quedan estos, los cercanos, quienes no tienen que aparentar su humanidad elemental. Seres pensantes de si mismos, amantes del semejante apreciado. Amigos bienquistos, que no dejan a mi voz volverse ecoica. A “estos” debo el arrebato de la felicidad, la sensación de que aún el hombre mas bajo guarda un fuego inextinguible por la verdad (que sin duda es el principio del amor), que hay quien sabe que la libertad se obtiene solamente a través del valor. Se que la gente guarda lo que realmente siente y guarda también la intención de su propio movimiento, pero mientras se mantenga escondido hay pertenencia, y si hay pertenencia, hay esperanza.

“A cada época preceden sus crisis y pandemias”.

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